Se
cumplen ahora 50 años del estreno de una composición inmortal, nos referimos a
la emblemática “Mater Mea” (1962).
Una
marcha singular con la que hemos crecido más de una generación de cofrades.
En
nuestros recuerdos siempre está presente esta obra llena de simbolismo, desde
que en nuestra ya lejana infancia la escuchábamos año tras año, pasando a
formar parte de nuestras sensaciones y cultura cofrade según transcurrían
nuestras etapas en el ambiente nazareno.
Queremos
en este aniversario recordar a su autor D. Ricardo Dorado Janeiro (1907-1988).
El
maestro Dorado nació en La
Coruña donde comenzó a estudiar música.
Trasladado
más tarde a Madrid, formó parte del Regimiento Inmemorial, estudiando a la vez
con ilustres profesores cómo Joaquín Turina y Manuel de Falla.
Aunque
cultivó con éxito otros géneros cómo la marcha militar y el pasodoble, es en su
repertorio procesional donde dejó una huella de calidad inmejorable.
Sus
marchas, con frecuencia de marcado corte fúnebre o lento, son de un gusto
exquisito y conmueven a quiénes las escuchamos, de una manera especial.
De
todas ellas quisiéramos destacar “Cordero de Dios” (1964) “Oremos” todo un
clásico de la banda de Manzanares y “AltareDei” (las dos de 1969).
No
solía el autor dedicar sus obras, pero sí lo hizo con una compuesta con motivo
del fallecimiento de su mujer, de hecho en la partitura original escribió “a la
memoria de mi querida esposa”. La marcha se llama “Getsemaní” (1960) y es de
una dulzura y solemnidad verdaderamente incomparables.
M. Madrid
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